¡Pobre de mí! Me encuentro como después de la cosecha de los frutos, como cuando han rebuscado después de la vendimia, y no queda nada para comer. Deseo en vano un miserable pedazo de pan.

El hombre piadoso ha desaparecido de la tierra, no hay ya más ÁNGELES entre los hombres; todos estám dispuestos a esparcir sangre, cada uno acecha a su hermano y a su hermana.
Sus manos están preparadas para hacer mal… DEMONIOS disfrazados de hombres. El gobernante piensa solo en sus propios intereses, el juez se deja corromper, el rico y poderoso acumula todavía más poder y dinero, y estos DEMONIOS urden así sus tramas. El mejor de ellos es una serpiente viscosa; el más recto es más venenoso que una víbora.
El día anunciado por tus mensajeros los profetas, el día de tu justicia viene; entonces los DEMONIOS colapsarán todos, del primero al último.
(ver Miqueas 7:1-4)