Los capítulos más oscuros de la historia están llenos de los recuerdos de los crímenes cometidos por fanáticos religiosos. Tenían apariencia de ÁNGELES, de hombres santos, pero en realidad eran DEMONIOS, religiosos solamente de nombre.

Los Fariseos afirmaban ser los hijos de Abraham y se jactaban de tener la ley de Dios; y sin embargo estos beneficios no les preservaban del egoísmo, la maldad, el amor por el dinero y la falsedad. Creían ser la mejor comunidad religiosa del mundo, pero su llamada “santidad”, los llevó a crucificar a Jesús, su Salvador y el mío. Tenían apariencia de ÁNGELES, pero en realidad eran DEMONIOS, religiosos solamente de nombre.

El mismo peligro existe también hoy en día. Muchos se creen ÁNGELES, sencillamente porque aceptan la teología del cristianismo, pero no ponen sus verdades en práctica. Se puede profesar tener fe en la verdad, pero a menos que uno/a se convierta en una persona sincera, bondadosa, paciente y tolerante, se convierte en una maldición para sí mismo/a y para el mundo… en pocas palabras: un DEMONIO.

Los DEMONIOS pueden portar el nombre de “cristiano” pero no pueden manifestar un carácter como el de Cristo.

Las grandes pretensiones, las formas exteriores y las ceremonias, aunque son impresionantes, no pueden convertirme en una persona Christian-Style, (como diría Jesús) ni pueden purificar mi carácter.

Sin la presencia de Jesús en mi corazón, la religión es solamente una ceremonia fría y muerta.

No Jesus, no angel !