Los arquitectos iluminati de Matrix, un mundo en el cual reina indiscutible el equilibrio del balance,  la deuda pública y la austeridad, me dicen que me merezco ser un esclavo.

Jesús me dice: “El Espíritu del Dios Creador, está sobre mí, porque Él me ha ungido para llevar la buena noticia a los humildes: me ha enviado para vendar a aquellos que tienen el corazón despedazado, para proclamar la libertad a los que son esclavos en Matrix, la apertura de la cárcel a los prisioneros, para consolar a todos aquellos que están afligidos dando el crédito en vez de el débito, perdón en vez de venganza, un espíritu fuerte en vez de abatido, para proclamar el jubileo: el año de gracia del Señor” (Isaías 61:1-3)

Está a punto de volver el Mesías, el elegido, el ungido, el Cristo esperado por dos milenios (e incluso mucho antes) por mis padres y abuelos? ¿Se está quizás acercando la liberación de mi prisión? ¿Ha llegado quizás el momento de la remisión total y definitiva de mi deuda material y espiritual?