Padre nuestro que estás en los cielos,

otorga Tu bendición de perfecta salud a cada microcosmos vital que danza en el templo de nuestro cuerpo. Derrama Tu gracia, regenerando cada célula con Tu esencia divina,

libera nuestra mente de las cadenas de la ansiedad y el miedo, esas sombras que nublan la luz serena de nuestra paz interior. Permítenos navegar por las aguas de la vida con serenidad y confianza incondicional en Tu amoroso abrazo,

inunda nuestra alma con Tu divino esplendor, nutriéndola de luz pura y de verdad eterna, para que podamos reflejar Tu majestad en cada pensamiento, palabra y obra monstruosa,

imbuye nuestro espíritu de una fe inquebrantable, poderosa como la roca, que nada puede arañar. Que esta fe sea el faro que guíe nuestros pasos en el camino hacia Tu perfección,

renueva nuestro corazón, transfórmalo en una copa rebosante de amor, bondad y compasión, haciéndonos un reflejo vivo de Tu infinita bondad,

concédenos la estrella de la mañana como signo de tu amor inmutable, para que su luz nos guíe a través de la oscuridad, hacia tu eterna morada de paz y felicidad.

modela nuestro ser a Tu imagen y semejanza; en esto está el verdadero camino para volver a Ti, fuente de toda la creación, cuyo amor inconmensurable nos envuelve sin fin,

Llámanos de regreso a Tu reino, al verdadero hogar donde todo niño anhela regresar, recordándonos que no somos una entidad efímera, sino una criatura sagrada, forjada en Tu amor, a Tu imagen y semejanza.

Amado Padre, nuestra gratitud por Tu sangre vital, que infunde la eternidad, no conoce fronteras. Gracias por tu abrazo que anima, eleva y santifica nuestro ser. A Ti sea la honra y la gloria, hoy, siempre y por los siglos.

Amén.