En una era perdida, entre las páginas sagradas escritas,
Una sombra deambula, el Portador de la Oscuridad, maldito.
Del texto antiguo al nuevo verbo divino,
Se desarrolla su historia, un destino adverso y perverso.
Incitador de David, bajo el cielo estrellado,
Incita al pecado, a hacer un censo de los corazones desamparados.
Dolor y herida, el precio del orgullo,
La tierra llora, el cielo se oscurece, la esperanza se desvanece.
Retador de Job, en la tormenta de la vida,
Experimentar la fe, con dolor y desesperación.
Pero el alma pura, en el sufrimiento encuentra,
Una luz más fuerte, un salvavidas.
El acusador de Josué, ante el Señor,
Palabras ardientes, pero la gracia divina prevalece.
La misericordia desciende, la acusación se disuelve,
En el perdón, un nuevo comienzo, una nueva bendición.
Tentador en el desierto, con promesas vacías,
Jesús resiste, la Palabra su defensa.
Tres veces el mal desafía, tres veces es negado,
La Verdad triunfa, la oscuridad retrocede.
Caído del cielo, como un relámpago repentino,
Su rebelión, un lamento sin fin.
Luz perdida, orgullo roto,
Un ángel caído, en eterna desesperación.
Inspirador de traición, corazones corruptos,
Ananías cae, la verdad oscurecida.
Pero la luz penetra, el pecado se revela,
Justicia divina, una severa advertencia.
Ángel de luz, pero disfrazado de engaño,
Seduce corazones, adornados con falsas promesas.
Pero quien ve más allá descubre la mentira,
Y en el arduo camino la fe se fortalece.
adversario rugiente, busca devorar,
Pero los valientes resisten, no se dejan engañar.
Vigilancia y oración, las armas en la lucha,
Contra la oscuridad, un baluarte de esperanza.
El Gran Dragón, en el Apocalipsis revelado,
Serpiente antigua, destino sellado.
Atado por mil años, su reinado termina,
La luz gana, la oscuridad desaparece.
Así, a través de la eternidad, su camino serpentea,
Un portador de oscuridad, inmerso en una tristeza infinita.
Pero en cada corazón que sufre, en cada fe que persiste,
Se enciende una estrella, promesa de amanecer, en un mundo redimido.