… por 30 siclos de plata…

Con el término “prostitución” se indica la actividad de quien ofrece prestaciones sexuales bajo pago de una conpensación en dinero. Sin embargo, existen formas de prostitución más difundidas, bastante más insidiosas, y por lo tanto mucho más preocupantes. Se trata de la “prostitución interior”, una venta de sí mismo, no tanto física, sino moral, intelectual y espiritual. La “prostitución interior” es una tendencia malvada y destructiva potencialmente presente en cada ser humano. Incluso en mí puede nacer y crecer en cualquier momento la “prostituta interior”.

¿Cuando sucede la división de mi personalidad, de persona de bien y respetable EXTERIORMENTE a prostituto INTERIOR? El día en el que acepto por primera vez en mi vida vender mi honestidad, mi integridad moral, o, en términos más espirituales, mi alma, a cambio de una compensación adecuada o para obtener ganancias personales.

Es en ese momento que tiene lugar mi iniciación a la prostitución interior. Se trata de una decisión interior mía tomada conscientemente… aquí está la gravedad de esta triste historia que me respecta, como también, quien más quien menos, a todos los seres humanos sobre la faz de la tierra. Este es el momento de mi iniciación a la prostitución interior que se consuma en la profundidad de mi alma. Una elección consciente y voluntaria, sólo para poder vivir en los rascacielos matrixianos más altos.

Sabiendo que he sido creado para dar gloria al Creador, reflejando su imagen moral en lo creado, ¿he vendido mi alma, y por lo tanto mi futuro en la inmortalidad que me fue prometida por el Creador mismo, por “treinta siclos de plata” (Ver Mateo 26:15)?

La noche matrixiana está descendiendo sobre los “prostitutos interiores” ! Una noche de tinieblas oscuras que no prometen nada bueno. Aunque continuan respirando, de hecho están asumiendo cada vez más la apariencia de los zombies… muertos que caminan.

Pronto Jesús regresará y pondrá a sus fans sinceros y auténticos a su derecha, mientras los zombies encontrarán lugar a su izquierda (Mateo 25:33), allí donde será el llanto y el crujir de dientes (Mateo 24:51 y Mateo 25:30). Los primeros estarán destinados a la inmortalidad… los segundos, al contrario, serán abandonados a su triste final.