Después descenderá del cielo un mensajero del Creador Omnipotente
con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Este último
siervo,   el   amado,   el   primogénito,   el   hermano   gemelo   de   Jesús
agarrará al dragón, la serpiente antigua, el diablo, Satanás, también
conocido como el Príncipe de Matrix, lo atará por mil años y lo arrojará
al abismo, que cerrará y sellará sobre él, para que no engañe a las
naciones hasta que sean cumplidos los mil años (Ver Apocalipsis 20:1-
3 primera parte).

El   Príncipe   de   Matrix   pronto   será   tragado   por   el   abismo   donde
permanecerá tanto tiempo que la raza humana se olvidará de él. No
quedará ni rastro de él y los recuerdos se desvanecerán, tragados
también por el abismo.

El que quiso herir con el abismo, morirá solo y maldito por siempre en
el mismo abismo.  Aquí   está   la   única   inmortalidad   que   encontrarás,   oh   Príncipe:   la
maldición que tú mismo pronunciaste contra el Creador y todas las
demás criaturas  te sobrevivirá  y se  cernirá sobre  tu  tumba  para
siempre. Y tal maldición no hallará paz hasta que de tus huesos no
quede sino polvo. Sí, porque tu carne habrá sido consumida por los
gusanos hace mucho tiempo. Y al final, hasta el abismo, que servirá
de sarcófago a tus restos por algún tiempo, se avergonzará de ti y te
repudiará, arrojando tu polvo a los cuatro vientos.