Hoy, el príncipe de Matrix observa atentamente a los fans de Jesús y dice a sus fieles consejeros: “No hay ninguna duda; estos irreducibles fans de Jesús son extremadamente peligrosos porque son demasiado diferentes de las masas robóticamente teledirigidas por nosotros. Son verdaderos portadores de un virus letal para nuestro sistema. ¿Cómo podemos construir un nuevo mundo artificiosamente unánime, y dar comienzo a nuestra era de iluminación, si los toleramos?

Si los dejamos libres para ser y expresarse, llevarán inevitablemente un despertar allá donde hayamos inyectado un estado de hipnosis y coma, consciencia allí donde hayamos construido una sociedad de zombies.

Debemos asfaltarlos literalmente, cancelando hasta la memoria de su existencia. Debemos reducir a cero su espacio y su tiempo, pisando su dignidad y profanando su reputación. Ellos no tienen razón de existir… mors tua vita mea! Tenemos la obligación de echarlos del mundo que estamos ultimando a nuestra imagen y semejanza… un mundo que aceptará solo deseos que impliquen un lavado de cerebro en función de la armonía robótica colectiva planificada por nosotros.

Sí, esto es todo. Pongamos a todos los habitantes de este planeta frente a una decisión obligada. O dentro de Matrix robóticamente felices y despreocupados, o fuera de Matrix excluidos de todo aquello que ellos conocen. Estas son las únicas opciones. O Matrix o el vacío. O yo o Jesús.

Hoy le respondo al príncipe de Matrix: “Jesús, el cual es mi camino/verdad/vida, me ha hecho salir de tu mundo robótico-esclavizante! Las puertas de Matrix ya están irremediablemente abiertas de par en par y una multitud inmensa de mis amigos y amigas saldrán junto a mí. ¡La inmortalidad nos espera! (ver Juan 8:32 y 14:6)