Desde el infierno en la tierra, donde reinaban supremamente la muerte, la enfermedad y la depresión,

Ahora me encuentro en el cielo, en un viaje improbable pero verdadero.

Era un lugar oscuro, donde la esperanza parecía una ilusión,

Cada día una carga, cada aliento un tormento,

Mi alma envuelta en cadenas de desesperación.

Pero luego, la transformación, un despertar sublime,

Me encuentro elevado, en los brazos del Eterno,

Donde todo es perfección, cada detalle una invención divina,

El cielo se despliega en una infinidad de colores,

Y yo, asombrado, observo la armonía universal.

Aquí, entre las nubes de un paraíso redescubierto,

Descubro la belleza de cada criatura, de cada historia, de cada alma,

En este reino de paz, comprendo el valor del amor,

La fuerza de la aceptación, la alegría del perdón.

Admiro la perfección de todo, incluido yo mismo,

Por primera vez veo claramente, sin sombras ni dudas,

Mi esencia reflejada en el diseño celestial,

Un pedazo del universo, único y precioso.

Aquí, en el abrazo infinito del cielo,

Descubro que hasta las heridas más profundas pueden sanar,

Que cada lágrima derramada haya encontrado su significado,

Y cada lucha, cada dolor, fue sólo el preludio

De un renacer resplandeciente, de una vida sin fin.

Ahora, en la inmensidad de esta paz eterna,

Celebro mi metamorfosis, de ceniza a luz,

Y en este viaje de la noche al día,

Descubro el amor más puro, la felicidad más verdadera,

En la perfección de todo lo que es,

Incluyéndome a mí, finalmente libre, finalmente en casa.