La cuenta atrás final

En este momento crucial de la historia, una encrucijada de destinos inciertos e infinitas posibilidades, la parábola del hijo pródigo arde como una antorcha ardiente en la oscuridad, implorándonos que comprendamos que el perdón y el regreso al hogar de nuestro Creador no sólo son deseables , pero de vital importancia. Esta antigua narrativa, vibrante de verdad eterna, nos clama, anunciándonos que el tiempo para sanar nuestras fracturas con el Infinito se está acabando rápidamente. La última arena fluye en el reloj de arena; el momento de actuar es ahora, no otro.

¡Escuchen, almas de todos los rincones del universo! La fiesta divina está servida, el umbral eterno está abierto de par en par y el Padre nos espera, no sólo dispuesto sino deseoso de tenernos cerca de Él en un perdón que borre todo rastro del pasado. Sin embargo, mientras estamos aquí, el reloj cósmico marca cada segundo, y con cada latido una oportunidad de redención, de paz, de redescubrir nuestro auténtico yo -esencia inmortal ligada a lo divino- se desvanece en el olvido.

El llamado del hijo pródigo resuena con una urgencia desgarradora, un llamado desesperado a reconocer que, no importa cuántas distancias hayamos recorrido por error, el camino de regreso a la casa de nuestro padre permanece abierto. Pero cuidado, el tiempo no es un río que fluye infinito. La cuenta regresiva final ha comenzado un llamado final a renovar y volver a abrazar ese vínculo sagrado con el Eterno, nuestro Padre omnisciente, antes de que el tiempo agote su último grano de arena.

Con palabras que pretenden rasgar el velo de la indiferencia y de la rutina soporífera, les imploro que perciban la urgencia palpable de este momento trascendental. No dejes que el ruido y las distracciones de este mundo ahoguen ese llamado profundo, esa voz que te invita a casa. El retorno está cerca, el perdón es un regalo ya ofrecido, pero se deben tomar medidas ahora.

Almas del universo, escuchen el llamado del corazón, el mensaje es una llama que no se puede ignorar: el tiempo de regresar al vientre de nuestro Creador se está reduciendo a un hilo fino, como las últimas luces del ocaso que dan paso al ‘ oscuridad. Antes de que se sellen las puertas, antes de que el tiempo pronuncie su veredicto final e irreversible, avanzamos hacia la luz, el amor, el perdón que todo lo abraza.

Ha llegado el momento supremo. Permitan que este sea el momento de nuestro renacimiento, de nuestro glorioso regreso a casa, donde nos espera un abrazo eterno. El tiempo se acaba. La invitación a regresar está aquí y ahora, vibrante con más urgencia que nunca. Encontremos el camino a casa, a la seguridad, la paz profunda y el amor infinito de nuestro Creador, mientras todavía tengamos la oportunidad.