El príncipe de Matrix no está contra la religión y a la espiritualidad, es más, se nutre de ellas. Él sabe perfectamente que tiene una necesidad tremenda de la religión para poder controlar y subyugar completamente a sus súbditos. No basta el control político y ni siquiera la esclavización económica. ¡No! Para reinar de modo indiscutible sobre mí, el gran titiritero tiene necesidad de someter también mi conciencia. Sólo de esta manera, el dominio será absoluto. Y para hacer eso, el príncipe de Matrix necesita líderes religiosos y falsos profetas, que por amor al dinero, al poder y al sexo, venden su alma.

Está a punto de surgir una nobleza negra, una casta de líderes que tiene como objetivo la total sumisión de mi conciencia más íntima, convirtiéndome un envoltorio humano, un muerto viviente… un zombie.

El dominio absoluto es desde siempre el sueño del príncipe de Matrix. ¿Estoy yo intercambiando mi libertad de conciencia y de pensamiento por una vida ahogada en el placer virtual y efímero siguiendo ciegamente a esta casta de líderes?