Jesús, con sus revelaciones a las mujeres, fue un verdadero revolucionario. Esta forma de actuar era un insulto para la cultura de su época. Un hombre nunca se habría revelado a las mujeres, no habría hecho a las mujeres portavoces de un evento tan importante como el de la resurrección del Hijo de Dios, pasando por alto, como si no pasara nada, a la élite religiosa de aquel tiempo. 

Sí, Jesús me sorprende y continua sorprendiéndome. Jesús revolucionó el mundo hasta entonces conocido, y continua revolucionando el mundo todavía hoy. Está escrito: “Los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros” (Mateo 19:30). Que las mujeres debieran informar a los apóstoles de la resurrección de Jesús, era algo inaudito para la mentalidad de ese tiempo, y que fueran ellas las que lo dijeran al mundo entero, era, como poco, escandaloso e increible al mismo tiempo.

A los ojos de Jesús, los últimos, los marginados, los enfermos, las prostitutas, los delincuentes, si se aferran con fe a esta promesa, serán los primeros en el reino de los cielos. A estos fueron dirigidas las bienaventuranzas: ” Bienaventurados ellos, porque son los últimos, pero a mis ojos, dice Jesús, son los primeros”. Jesús supo valorar a la clase más débil y sometida de la sociedad… la más explotada. E igualmente hoy, las personas que en mi sociedad no tienen ningún valor, a los ojos del Dios Creador, aquel que les ha dado el aliento vital, son preciosas. De hecho, así habla el SEÑOR de los ejércitos: “… porque el que les toca, toca a la niña de sus ojos” (Zacarías 2:8 segunda parte).

¿El Dios Creador, en estos últimos tiempos antes de la segunda venida de su hijo Jesús, escandalizará nuevamente al mundo entero pasando por encima de la élite de nuestros tiempos, utilizando a unos pocos fans sencillos y humildes? “No por el poder, ni por la fuerza, sino por mi espíritu” dice Dios el Creador (Zacarías 4:6)