Entonces el Faraón dijo a José: “Ya que Dios te ha dado conocer todo esto, no hay nadie que sea tan inteligente y sabio como tú. Tendrás autoridad sobre toda mi casa, y todo el pueblo obedecerá tus órdenes; sólamente en el trono seré más grande que tú”.

El faraón volvió a decir a José: “Mira, te doy poder sobre toda la tierra de Egipto. Entonces el faraón se quitó el anillo del dedo y lo puso en el dedo de José; lo hizo vestir con ropas de lino fino y le puso un collar de oro en el cuello. Le hizo subir a su segundo carro, y pregonaron delante de él: “¡Arrodíllaos!”. Así, el faraón le dio autoridad sobre toda la tierra de Egipto. Y dijo el faraón a José: “¡Yo soy faraón! Pero sin tu orden, nadie alzará su  mano ni su pie en toda la tierra de Egipto”. (ver Génesis 41:39-44).

Así como el Faraón elevó y coronó a José, un esclavo encarcelado, por encima de todos, convirtiéndose en el segundo comandante jefe  después del propio Faraón, así el Creador Todopoderoso elevará y coronará a una de sus más pequeñas criaturas de la raza humana por encima de todas las criaturas y razas que creó, y sólo el Dios Creador y su Hijo Unigénito Jesús se sentarán en un trono más alto que el de este humilde siervo del Todopoderoso y gemelo de Jesús.

Es entonces, y sólo entonces, cuando todas las cosas serán restauradas. (véase Mateo 17:11)