En la inmensidad del tiempo ilimitado, el Soberano del Universo, el Todopoderoso, hace resonar Su majestuosa voz a través de las dimensiones de la existencia:

“Aquí estoy, manifestándome como la última instancia del juicio, el árbitro definitivo entre la esencia de la abundancia y la esencia de la escasez. Habéis dominado con fuerza, ejerciendo opresión sobre los más vulnerables, dispersándolos hacia los márgenes del ser. Intervengo ahora, solemnemente, para sacar a la luz esos espíritus nublados por la injusticia; Pondré fin a la era de la depredación y estableceré un reinado de equidad divina.

Encomiendo un Único Guardián, destinado a materializar Mi divina voluntad: Mi siervo fiel, el amanecer de un nuevo David, que guiará a Mis criaturas por el camino de la rectitud y la justicia. Yo, el Arquitecto de toda realidad, seré vuestra fuente inagotable de verdad, y Mi elegido brillará como un príncipe entre vosotros, sellado por Mi palabra eterna.

Proclamo un pacto de paz, disipando la oscuridad de las amenazas salvajes de vuestro mundo. Ustedes, hijos Míos, encontrarán la serenidad en los rincones olvidados y descansarán bajo la protección de árboles milenarios. Cada fragmento de Mi creación será bendecido, enviando lluvias como armonías de abundancia; la tierra misma responderá con un himno de fertilidad.

Ustedes, hijos míos, anclados en el dominio que les he forjado y concedido, siendo testigos de la disolución de las cadenas de la opresión, serán liberados del peso de los opresores de épocas pasadas. Vuestras esencias ya no serán presa de la malevolencia; habitarás en un remanso de tranquilidad, donde la sombra de la incertidumbre se desvanecerá como la niebla bajo los rayos del sol.

Haré que broten para ti jardines de incomparable belleza; el eco de las privaciones y el dolor se desvanecerá en la historia y ya no conoceréis la vergüenza de los demás. Mi presencia iluminará vuestro camino y vosotros, Mi pueblo escogido, marcaréis con gratitud Mi sello de divinidad.

Vosotros, Mi progenie, creados a Mi imagen y semejanza, encarnación de Mi voluntad, sois los custodios del don de la vida. Yo soy el alfa y la omega, tu origen glorioso y tu destino eterno”.

declara con inefable solemnidad el Creador de todo lo que existe.

(ver Ezequiel 34:20-31)