Querido Jesús,

Soy un fan tuyo, pero no estoy profundamente enamorado de tí… soy tibio.

Voy más o menos a la iglesia y leo la Biblia, pero no tengo una auténtica relación de amistad contigo… estoy demasiado inmerso en mis asuntos, deseos y proyectos.

Hago alguna buena obra de vez en cuando, pero en realidad son comportamientos ocasionales… no tengo tu carácter.

Sí Jesús, necesito ser salvado de mí mismo, de mi “yo” tan voluminoso y omnipresente. Un “yo” capaz de ensuciar incluso mis mejores intenciones con una pizca de egoismo y oportunismo. Un “yo” que no es capaz de dejar el primer lugar de mi vida a tí, poniéndose humildemente en el segundo lugar a la par con mi prójimo.

¡Jesús, sálvame de mí mismo!