El primero se convirtió en el último
La bendición se transmutó en maldición.
La sabiduría y la sapiencia son un espejismo lejano.
La belleza se marchitó y se desvaneció por completo. Nada recuerda ya al antiguo esplendor.
La voz que una vez resonaba, se escuchaba y era seguida se convirtió en ronca, débil y temblorosa.

La fuerza que una vez se ejercitaba sin oposición, ahora ya no responde a las órdenes.
El aclamado es ahora culpado, y el juez considerado infalible se encuentra condenado.
El indiscutible tomador de decisiónes es increíblemente desafiado por sus seres más queridos y cercanos.
El iluminado es denigrado, desaprobado, vilipendiado.
El líder carismático es irreconocible. Sus más devotos lo repudian y se averguenzan de él.
Los adeptos que una vez lo veneraban, ahora lo empujan, le tiran del pelo, le escupen encima.
El pensamiento se descarrila, se pierde y desorientado se apaga.
La vitalidad se vuelve pútrida.
La luz… ¿qué luz?