«Tú eres bello, el más bello de todos los hijos de los hombres.
Tus palabras están llenas de gracia; por eso Dios te ha bendecido eternamente.
Ciñe la espada a tu lado, oh valiente; vístete con tu gloria y esplendor.
Avanza majestuoso sobre el carro, por causa de la verdad, de la clemencia y de la justicia; y tu diestra cumpla cosas tremendas.
Tus flechas son afiladas; los pueblos caerán debajo de ti; penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.
Tus amas la justicia y detestas la impiedad. Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría; te ha preferido más que a tus compañeros.
Tus vestiduras exhalan mirra, aloe y casia; desde los palacios de marfil la música de los instrumentos te alegra.
Hijas de reyes están entre tus damas de honor, a tu diestra está la reina, adornada con oro de Ofir.
Tus hijos tomarán el lugar de tus padres; les harás príncipes sobre todo el país.
Yo haré celebre tu nombre por todas las edades; por eso los pueblos te alabarán eternamente.»
Salmos 45:2-5, 7-9, 16-17