Hoy en día, leyendo la Biblia y los Evangelios que hablan de la vida y del mensaje de Jesús, no siempre consigo captar todo lo que fue su misión, profundamente revolucionaria y reformadora en aquellos tiempos. Hoy me parece todo tan por descontado y obvio, justamente porque su ADN revolucionario ha sido agredido e infectado por un cáncer religioso tan sutil, que es invisible incluso a los ojos del pueblo de Dios de mis tiempos.

  1. 1. Se me ha enseñado que el pueblo de Jesús está compuesto por personas que siguen determinados deberes eclesiásticos, ritos, tradiciones y/o puntos doctrinales. ¡Jesús me explica que su pueblo está allí donde dos o tres de sus fans se encuentran sinceramente en su nombre! (Mateo 18:20);
  2. 2. Se me ha dicho que el templo de Jesús es el lugar físico donde se encuentran sus supuestos fans. ¡Jesús me dice que su templo soy yo en persona! (1° Corintios 3:16);
  3. 3. Me ha sido inculcado que los sacerdotes de Jesús son aquellos que emprenden una carrera profesional eclesiástica. Jesús me desvela que sus sacerdotes son todos sus fans que han salido de las tinieblas de Matrix a su luz maravillosa. (1ª Pedro 2:9).

Este cambio de forma mental, el cual me curará del cáncer religioso, provocará pronto un cortocircuito en los fríos conservadores del Estatus Quo religioso, haciendo desmoronarse el terreno bajo sus pies. Pero eso representa la única vía de salida de la enfermedad mortal para mi alma.

¿Me he dejado infectar también yo por este cáncer religioso apartándome de la llamada sacerdotal que me ha dirigido mi Creador y Salvador?