Un sarcófago es un recipiente, normalmente de piedra, destinado a albergar un ataud o el cuerpo de un difunto. Al principio, cuando Dios creó al hombre y a la mujer, los creó a su imagen y semejanza moral, dándoles un carácter equilibrado y armonioso. Desgraciadamente, el ser humano eligió vivir su vida lejana e independiente de su Creador, fuente de toda vida. Todo eso se convirtió en una triste realidad cuando el hombre se obsesionó con el espejismo falso y diabólico de la igualdad entre criatura y Creador.

Desde aquel momento en adelante la imagen moral original que representa al sello divino en cada ser humano, en Matrix ha sido encerrada en un sarcófago. Pero tal sarcófago no tiene el deber de proteger mi identidad moral, sino de ocultarla, sustituyéndola con una nueva identidad a imagen y semejanza del príncipe de Matrix. En la práctica, este sarcófago que cubre mi YO original, representa mi nuevo YO, una réplica falsa y mentirosa, porque tiene un espíritu rebelde y arrogante.

Desgraciadamente, yo ser humano me he acostumbrado tanto a mi sarcófago matrixiano, que no consigo sentir el hedor que mi nuevo YO emana, no consiguiendo percibir el cambio de status que he sufrido: de hijo del Rey a exclavo de Matrix. Yo hombre soy todo una con Matrix, porque mi carácter equilibrado y armonioso que me fue dado en la creación (o el sello de Dios en mí) ha sido encerrado en este sarcófago.

¿Cúando abriré los ojos para ver que el príncipe de las tinieblas me ha encerrado en un sarcófago espiritual vendido para mi verdadero YO?

¿Cuándo me daré cuenta que hasta que no rechace este nuevo YO que hiede de rebelión, no podré salir de la prisión material y espiritual que representa Matrix?

Ha llegado la hora de salir del sarcófago de mi YO.