(EL ESPÍRITU DE ELÍAS)

Elías fue uno de los más conocidos y destacados carteros de Dios. El cartero de Dios es un mensajero divino, elegido y preparado directamente por el Altísimo. El cartero de Dios representa para el hombre la voz de Dios. “Porque el Señor, Dios, no hace nada sin revelar su secreto a sus siervos los carteros” (Amós 3:7).

Juan el Bautista, el primo de Jesús que inició su misión poco antes del Mesías, está preparando su camino, y fue un cartero de Dios. Pero según mi estrella polar no fue solo un cartero, sino que estaba inspirado y equipado con el espíritu y el poder de Elias (Lucas 1:17).

En los últimos días, antes del regreso de Jesús, según otro cartero de Dios (ver Malaquías 4:5-6), regresará una vez  más el “Espíritu de Elías”. Tal Espíritu no será un espíritu suave, políticamente correcto o tranquilizante. ¡Absolutamente no! Es más, se tratará por tercera vez en la historia de la humanidad, de un Espíritu de fuerza, audacia y extrema claridad. Una voz martilleante y fastidiosa para todos aquellos que se hayan acostumbrado a la camomila espiritual matrixiana, sometiéndose al Espíritu rebelde de su príncipe.

Una voz antipática, incontrolable e intocable. Ninguno (ni siquiera las más venenosas y mortales balas matrixianas) podrá obstacular la misión divina confiada a esta voz salida de la nada que grita en el desierto espiritual representado por Matrix, la Babilonia postmoderna de mis tiempos.

Jesús me dice: “Aquí yo estoy a la puerta del tu corazón y llamo: si escuchas mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaré contigo y tú conmigo” (Apocalipsis 3:20). Se trata en definitiva de la voz misma de Jesús, la cual, a través de un cartero suyo equipado con el mismo Espíritu de Elías y de Juan el Bautista, está resurgiendo.

En mí está aceptar tal voz divina como salvífica o etiquetarla como pesada, martilleante, antipática y angustiante. Pero debo recordar que el correo en juego es altísimo: se trata de la inmortalidad que me ha prometido mi Creador hace muchos años. He aquí el porqué el llamar a la puerta puerta de mi corazón (por parte de Jesús), que me ama con un amor perfecto, no es para nada tranquilo, sino frenético y martilleante.

Y no escuchar la voz de Dios y de sus carteros significa oponerse al propio Creador, que es la única fuente de vida. De hecho, mi estrella polar me confirma: “Cree al Creador Dios y estarás seguro; cree en sus carteros y triunfarás” (Crónicas 20:20)