Hace dos mil años el pueblo de Dios no estudiaba las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento con el deseo de asemejarse al carácter humilde y fuerte de Dios, pero se detenía solo en aquellas profecías que, interpretadas de forma particular, podían exaltar su orgullo nacional y mostrar cuánto despreciaba Dios a todos los otros. Del mismo modo, los cristianos modernos que externamente parecen grandes fans de Jesús, pero interiormente son lobos rapaces (cultivando el Espíritu del Yo), interpretan las profecías de mi estrella polar de manera que exaltan su orgullo religioso y denominacional. Pretenden que el Mesías vendrá, como Rey, para humillar a todos aquellos que no forman parte de su grupo religioso. El príncipe de Matrix, sirviéndose de estas falsas interpretaciones bíblicas, cada vez consigue cubrir su sed de poder y la de sus adeptos. Pero para un verdadero fan de Jesús el demoniaco espíritu de la autoexaltación está muy claro, es profundamente diferente del de aquel que es humilde y manso: Jesús.