HISTORIA DE UNA HECATOMBE

Querido príncipe,

¿Estás cansado, quebrantado y agotado? Yo también lo estaría en tu lugar. Pasar del camino suntuoso que conduce a la gloria eterna, al callejón sin salida de la humillación y la aniquilación no debe ser un paseo.

¿Has perdido la esperanza y con ella las ganas de vivir? Para ti que eras el más cercano a la fuente de la vitalidad, del amor y de la alegría debe ser un trago muy amargo, tan amargo de ingerir.

¿Tienes miedo a la muerte verdad? Lo veo en tu cara y lo entiendo, yo también la tuve cuando me pisoteaste y me golpeaste despectivamente en mis partes más sensibles, íntimas y vitales.

Es realmente una pena verte en este estado. Tú, que eras el sello de la perfección creativa divina, te has convertido en su antítesis, en su opuesto. Mi corazón se contrae de tristeza a pesar de todo el mal que me has hecho. Has ejecutado tu plan en mí y en toda la raza a la que pertenezco de forma diabólicamente premeditada. Me clavaste la espada en el pecho con una lucidez glacial, mirándome directamente a los ojos. Tu mirada estaba llena de satisfacción, placer y una perversa sensación de omnipotencia.

¿Dónde está el corazón que el Creador te dio el día que fuiste creado por Él? ¿Dónde está tu empatía por el prójimo que por tanto tiempo te distinguió? ¿Dónde está tu espíritu de hermandad que una vez te unió a todo el cuerpo angélico? Tu maldad sin límites no sólo es inexplicable, sino también una bofetada irrespetuosa a tu Padre que te creó maravillosamente y te amó sin límites.

¿No ves cómo este agujero negro en el que te has dejado absorber te está haciendo cada día más feo, cada vez menos lúcido e inteligente y, sobre todo, enfermo, sordo y ciego?

Pasé por delante de tu casa. Una finca que antaño era magnífica, inmensa y majestuosa. Sigue siendo inmensa, pero la realeza se está desmoronando y la magnificencia se ha vuelto pútrida. Pero lo que más me impactó fue ver el jardín frente a tu casa lleno de lápidas. Cada lápida tenía una foto, un nombre y una fecha. Y cuánto más miraba a mi alrededor, más me daba cuenta de que era (a simple vista) un interminable mar de lápidas. Se trata de mis prójimos a los que has arruinado con tus mentiras burlonas y tus maquinaciones infernales, ¿no es así?. Te has convertido en EL SEPULTURERO de la raza humana, y pronto, muy pronto, incluso la raza angélica que te ha seguido en este loco y malvado viaje se dará cuenta de que su visionario y carismático maestro es en realidad el que los enterrará en el mismo jardín. ¡Qué hecatombe!

Lo que más me impresionó fue la tumba más grande que estaba en el centro de tu jardín. Llevaba mi nombre, mi foto, pero aún no tenía la fecha escrita. Esta visión me dejó la sangre helada, no sirve de nada ocultarlo. Tú también estabas preparando una tumba para mí. Pero cuanto más miraba la lápida, más desaparecían mi foto y mi nombre… hasta desaparecer por completo.

¡Qué visión tan extraña! Me froté los ojos con la certeza de que era un sueño, una pesadilla. Pero no, estaba completamente despierto y lo suficientemente sobrio como para ver un cortejo fúnebre que se acercaba en la distancia, caminando lentamente, cantando una canción fúnebre, dirigiéndose hacia la tumba central en el jardín. Entonces vi tu fotografía materializada en la lápida. ¡Sí, eras tú en persona! Qué giro inesperado de los acontecimientos.

Sin embargo, mi asombro creció aún más cuando vi que las otras tumbas se abrían en ese momento, liberando a las criaturas que habían permanecido aprisionadas en un ataúd espiritual durante demasiados años y enterradas bajo una avalancha de mentiras y falsas promesas de un futuro de elevación a la condición de divinidad.

Con la vejez te has olvidado de que sólo eres polvo al lado del Dios Creador, y que tanto tu vida como tu luz provienen de Él, por lo que, considerando también tu alejamiento voluntario de Él como única fuente, tanto la vida como la luz en ti se están agotando. Y parece que debido a tu ciega y desquiciada autoexaltación has eliminado de tu mente que una vez fue lúcida, que sólo tu Padre, tu Creador y tu Dios es todopoderoso. ¿De qué otra manera se puede explicar tu rebelión descarada, vulgar y violenta contra aquel que todo lo puede, que todo lo sabe y que está presente en todas partes? Pero lo más triste es que has correspondido al amor infinito y perfecto de tu padre con el odio más desvergonzado y puro que se pueda imaginar. Que él siga deseando tu vida y tu curación, y que tú, en cambio, no sólo le desees la muerte, sino que incluso persigas activamente su fin y su capitulación, es realmente la historia más triste y dolorosa del universo.

Sepulturero, estás despedido y la mansión que una vez gobernaste ha sido entregada a un nuevo gobernante. Reúne a tus secuaces y desaloja la propiedad porque tu nueva y definitiva morada te espera allí, en el centro del jardín, mientras tu gente puede instalarse en las otras moradas del jardín que te rodean.