Dios el Creador, en los momentos más delicados y oscuros de la historia humana, siempre envió a un mensajero/siervo suyo ungido, con el fin de hacer sentir a su amada criatura su voz y su cercanía. Pero cada vez que llegaba esta preciosa guía divina, los hombres tardaban demasiado en reconocerla. Este increíble conflicto entre la voluntad del Creador y las expectativas de la criatura ni siquiera ha perdonado a Jesús el hijo de Dios en su primera venida.

El ser humano, infectado por el virus matrixiano del orgullo y de la autoexaltación, se esperaba un liberador/conquistador napoleónico que con la fuerza y la astucia militar echara a los “enemigos opresores”.

En cambio llegó un “ángel in jeans azules”, una persona sencilla y normalísima, que a primera vista no tenía nada que llamara la atención. Pero justamente por estos “jeans azules” suyos, terriblemente humildes, muchos no lo han reconocido y aceptado, hasta llegar a decretar su muerte.

En estos últimos días, poco antes de la segunda venida del mismo Jesús, está previsto nuevamente una intervención divina en carne y hueso. Una unción profetizada ya por el profeta Malaquías, irrumpirá en la escena mundial, llevando el último mensaje de salvación y liberación a una raza humana moribunda, ya encaminada sobre el triste camino de la autodestrucción. Pero una vez más los “jeans azules” de esste ángel (del que encuentro premoniciones en Apocalipsis 18) no encontrarán aceptación bajo los grandes de la tierra, los cuales aman la ropa suntuosa y un exterior brillante que tanto infunden temor y reverencia en las masas. Sin embargo, el ángel enviado por el Creador en estos últimos días será elegido justo en medio del pueblo y estará vestido una vez más con “jeans azules”.

¿Seré capaz de reconocerlo? ¿Volaré con él? Sí, porque sin las alas de este ángel no habrá vía de escape de los altos muros de la prisión matrixiana.