• Jesús no idolatraba los ritos y las tradiciones religiosas, es más, no pocas veces las revelaba delante de los ojos de todos:
  • Jesús no obligaba a las personas a ir al templo para encontrar a Dios, es más, era Él el que iba a los pueblos y presentaba a su Padre celestial en las plazas;
  • Jesús no incitaba a las personas a buscar a Dios a través de los intermediarios humanos, es más, Él indicaba directamente al cielo a una relación cercana, amorosa y directa con el padre.

En pocas palabras, Jesús estaba reestableciendo la pirámide jerárquica matrixiana de poder que los representantes religiosos habían construido habilmente durante siglos, invitando a los vértices de esta pirámide a hacer un baño de humildad, o a despojarse del poder orgulloso del que se habían vestido injustamente. Pero humillarse delante de las personas sencillas, ignorantes e insignificantes era verdaderamente demasiado para estos personajes que se creían tan importantes, especiales y superiores.

Sustituir el “dominio” con el “servicio” apuntaba contra el ego de estos líderes.

Pero doblar la propia espalda para inclinarse delante de los más simples para servirles, como hizo Jesús con los discípulos, era verdaderamente impensable e inaceptable para quien se sentía más cercano a Dios que al hombre.

Esta forma mentis (idea de la mente) que sustituye el orgullo humano con la humildad divina es una idea insoportable para quien está animado por el espíritu del príncipe de Matrix.