En Matrix vive una generación obligada a no mirar, a hablar en voz baja, a apagar la luz, a comentar a escondidas cada injusticia de la sociedad, a dejar caer cada cadáver en una fosa.

Pero  siempre han sido POCOS hombres insustituibles que han denunciado (a pesar de que alrededor de ellos estuviese todo quemado) este sistema corrupto y cruel que desde siempre ha sido ignorado o soportado por TANTOS. Ha habido hombres que han muerto jóvenes, pero conscientes de que sus ideas permanecerían durante siglos como palabras hipérbolas, intactas y reales como pequeños milagros. Porque en el fondo esta vida no tiene significado si tienes miedo de una bomba o de un fusil que te apunte.

Hombres o ángeles, armados solo con el amor, la fe, la luz y la verdad, enviados para combatir, sobre esta isla de sangre que masacra hijos e hijas, hermanos y hermanas, padres y madres, “una guerra santa” pacífica y férrea. Una “guerra santa” en la que tronan las conciencias en lugar de las bombas, en la que fluyen lágrimas de felicidad en lugar de sangre, en la cual… al final… se abrazan los viejos adversarios en vez de destruirse.

Los hombres pasan, pero ninguno podrá detener las ideas de igualdad, de libertad de equidad, de amistad, amor y transparencia… como ninguno podrá nunca violentar mi esperanza con la convicción de que la justicia sea solo una ilusión, invitándome burlonamente a sepultar mi conciencia en cemento.

Una nueva generación está a punto de emerger. Una generación que tiene los ojos para mirar, las orejas para escuchar y la boca para hablar… una generación que tiene un solo líder: Jesús. Matrix está avisada.

(versión Christian style de “Piensa” de Fabrizio Moro)