YO DIAMANTE

Vivo en un mundo en el que mi valor y mi utilidad están unidas a mi productividad, o a mi actuación. Si no hago, si no produzco, no valgo… soy inútil, e incluso dañino: un cáncer para la sociedad. Mi conciencia es violada cotidianamente y mi corazón violentado por la cadena de montaje matrixiana, que me obliga a dar de sí, a obrar con obsesividad, a producir.

No importa el producto final, no importa si lo que hago es bueno y moral. Lo que importa es que yo produzca y basta. Para hacer todo eso soy drogado, lleno y relleno de solicitudes y elementos artificiales, excitantes y dañinos… hasta el agotamiento… hasta el “burn out”. Me he convertido en un animal de cría, al que hacen engordar mediante la opresión, entre cadenas, para convertirme yo mismo en un producto final.

Al contrario, Jesús me dice que soy precioso, más allá de lo que digo o hago. Mi sola presencia es suficiente para justificar la vida en este planeta. He sido creado de forma maravillosa. Cada aspecto de mí es importante y único: mi mirada, mi voz, mi pensamiento, mi sonrisa, mis lágrimas.

Yo no he sido creado para hacer, sino para ser. Mi creador me acepta y me ama por lo que soy, más allá de todo lo que Matrix me diga y me haga sentir. Quiero abrazar la vida, la felicitad y mi propia alma. Quiero amarme a mí mismo y a mi prójimo. Mi Creador me tiene entre sus brazos omnipotentes. Me quiero abandonar a él. Quiero hacer morir el veneno matrixiano y renacer. Sí, quiero hacer brillar el diamante que ha sido puesto en mí.