¡Maldito aquel que acumula lo que no es suyo!
¡Maldito aquel que está ávido de ganancias ilícitas, para poner su nido en alto salvarse de la desventura!
¡Maldito aquel que ofrece una ayuda falsa a su hermano en dificultad, gozandose de su humillación y derrota!
Maldito aquel que, en vez de confiar en la sabiduría del Creador, pone su futuro en las manos de la inteligencia / riqueza ilusoria y burlona de la criatura.
Maldito aquel que, lleno de orgullo, no actua correctamente.
¡Bendito el justo! Él, por su fe, recibirá la inmortalidad.
(Ver Habacuc 2:, 6, 9, 12, 15, 19 y 4)