El mundo que Jesús me propuso hace dos mil años es un mundo contrario a los standards que yo como hombre me he creado e impuesto.

En Matrix, se me inculca que debo convertirme en el número uno. Ya sea en el deporte o en la música, pero también en el mundo laboral hay instrumentos para exaltar mi YO por encima de los demás. Prácticamente cada ámbito de Matrix está fundado sobre la “sana” competición y sobre la exaltación del EGO. Jesús, al contrario, me enseña: “Cualquiera que exalte su EGO será humillado y cualquiera que humille su propio EGO será exaltado” (Mateo 23:12)

Matrix me enseña a llamar maestro/padre/líder a los líderes religiosos. Jesús me enseña: “no os hagáis llamar maestro; porque uno solo es vuestro Maestro y vosotros sois todos hermanos. No llaméis a ninguno sobre la tierra vuestro padre, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos. No os hagáis llamar guía/líder porque uno solo es vuestro guía/líder, el Cristo” (Mateo 23:8-10)

En Matrix muchos se proponen como pastores de las almas. Pero Jesús me promete que habrá un solo rebaño, un solo pastor (ver Juan 10:16 segunda parte)

En pocas palabras, Matrix grita a gran voz: “¡Vivan los números uno! ¡Gloria y larga vida a los líderes! En cambio Jesús me susurra al oído: “Bienaventurado tú si te sientes pobre en espíritu, si eres humilde y manso… si eres puro de corazón” (Mateo 5:1-11)

Dos mundos en total contraste… literalmente al revés. Ahora entiendo por qué siempre Jesús, hablando de su mundo, dice perentoriamente: “¡Quien no está conmigo está contra mí!” (ver Mateo 12:30 o Lucas 11:23)

En efecto es imposible formar parte contemporáneamente de ambos mundos. ¿Yo de cual mundo formo parte? ¿qué mentalidad evidencio? ¿qué deseos nutro en mi interior? ¿qué carácter tengo?