La generación matrixiana actual tiene como marca de reconocimiento la falta de importancia del PECADO y el rebajamiento de los valores. El adulterio (7º mandamiento), por ejemplo, se ha convertido en una virtud; la deshonestidad (8º mandamiento) es la habilidad en los negocios, la mentira (9º mandamiento) es diplomacia, dejar conscientemente que decenas de millones de personas al día mueran de hambre (6º mandamiento) no es considerado por ninguno un crímen de guerra, porque ningún soldado matrixiano aprieta el gatillo. ¿No es la construcción de armas mortales y terrorificas considerada hoy útil al desarrollo pacífico del mundo? ¿No son las guerras de hoy definidas portadoras de libertad y democracia?

Pero este holocausto de la era iluminata de la generacion matrixiana es todavía más grave y horrendo del que se cumplió en las generaciones pasadas, porque, lo que fue hecho ayer ha suscitado al menos consternación. En cambio, lo que se cumple hoy nos deja en la mayor indiferencia. Todo aquello que no viene llamado PECADO, pero viene definido en algunos casos como un políticamente correcto “desequilibro social del cuarto mundo” y en otros casos como “lucha contra el terrorismo”. Se socorren arrogantemente a estas “criaturas inferiores” con las migajas de la “raza matrixiana superior”, la oscura élite luciferina, en el intento de tener a las masas subordinadas con el fin de que quedando de rodillas, no puedan ver la mesa ricamente bien puesta e así no tiren la toalla privando a esta confraternidad oculta de su abundancia de dinero y poder. Desgraciadamente, el PECADO está así de integrado en la generación matrixiana de estos últimos tiempos que no lo reconocemos más. Pero Jesús tiene un plan de salida: la Generación Omega. Una generación de guerreros espirituales que llamará al PECADO por su verdadero nombre. Una generación que tendrá como sello de identidad el carácter de Jesús. Una generación christian style. ¿De qué generación quiero formar parte yo? Lo entenderé si me hago portador activo de este mensaje revolucionario y salvífico.